Fiesta de la “Trobada de la Rosa” en Pallerols de Rialb

Anualmente se conmemora en Pallerols el paso de san Josemaría por el pirineo leridano en el año 1937, cuando iba camino de Andorra,. En este lugar encontró la rosa de Rialp, hecho que siempre recordó como una caricia de la Virgen María.

La Associació d’Amics del Camí de Pallerols de Rialb a Andorra celebra cada año la Fiesta de la “Trobada de la Rosa”, con la que recuerda la noche del 21 al 22 de noviembre de 1937, cuando san Josemaría encontró una rosa de madera estofada en el suelo de la iglesia de Sant Esteve de Pallerols.

Aquel atardecer de noviembre, san Josemaría y un grupo de cinco jóvenes que le acompañaban llegaron a Pallerols para pasar la noche, escondidos por uno de los guías de la expedición que les llevaba a Andorra. Huían de la persecución religiosa. El Fundador del Opus Dei vivía un intenso sufrimiento: dudaba de si hacía bien emprendiendo este viaje, o debía quedarse.

Se refugiaron en una pequeña estancia de la rectoría de la pequeña iglesia. Pedro Casciaro escribe en su diario: "Pude entrever el rostro del Padre: nunca lo había visto así. (...) Me puse a rezar nervioso y asustado, mientras rezaba, llegué a oir los sollozos reprimidos del Padre".

Años después, Mons. Álvaro del Portillo explicaba que, en aquellos momentos, san Josemaría "sentía el corazón dividido entre la necesidad de llegar al otro lado (...) y la conveniencia de regresar a Madrid (...) El caso es que decidió: si, en el plazo de unas horas, encuentro una rosa de madera estofada, esto significa que la Virgen quiere que vaya al otro lado". San Josemaría pasó toda la noche en vela, pidiendo al Señor, por intercesión de la Virgen, que se desvaneciese la duda.

A la hora prevista para celebrar la Eucaristía, san Josemaría salió de la estancia y bajó a la iglesia. Estaba desbaratada; en 1936 habían destrozado los retablos -entre ellos, el de la Virgen del Rosario- y habían sacado fuera de la iglesia los trozos para quemarlos. Quedaban maderas rotas por el suelo. Entre ellas, salía una rosa de madera estofada.

Era la prueba que había pedido. Lo recordó, el resto de su vida como una caricia de la Virgen. La recogió con devoción y regresó a la rectoría para celebrar la Eucaristía, en una mesa adecuada, tal vez del comedor. "Así como nunca había visto al Padre tan afligido como la noche anterior -comenta Pedro-, tampoco lo vi nunca tan gozoso como aquella mañana".

Coincidiendo con cada aniversario del suceso, la Associació d’Amics del Camí de Pallerols de Rialb a Andorra convoca un encuentro, en el que participan varios centenares de personas.

Más información: www.pallerols-andorra.org